domingo, 8 de mayo de 2011

ANTROPOLOGÍA DE LA PERSONA

LA PERSONALIDAD COMO CONDICIÓN DE POSIBILIDAD PARA LA LIBRE AFIRMACIÓN DE NUESTRO SER


Por: Enrique Aliaga Ruiz

¿Qué es la personalidad?, ¿y por qué es una condición de posibilidad?, y ¿De qué manera afirma nuestro ser?...

Si que parece complejo el tratar de responder a estas preguntas, espero en verdad tener alguna respuesta a ellas; aunque parezca paradójico el tema lo iremos desvelando juntos.
La personalidad es una de las cosas más ricas que poseemos, ya que es eso nuestra mismidad, nuestra forma de ser, lo que nos faculta a ser Jorge por ejemplo y no David; así que me atrevo a decir que la personalidad es la esencia de nuestra vida.

Además la vida nuestra es un todo unitario, la ética nos demuestra que el hombre es un ser actual, no en el sentido de actus, sino mas bien el de actitudinal, es un ser que actúa en un mundo que le pide agritos que actúe. Pero qué problema al proponer el termino actuar, no me remito al ser un actor o representante de algo, mas lejos de eso no puedo estar. Al contrario busco decir que el hombre actúa de acuerdo a unas circunstancias, a un porque, a un hacia donde, y en el discurrir del tiempo va descubriendo nuevos modos de ser.

De esta manera va configurando lo precioso de su personalidad. El hombre tiene además una intimidad que lo enriquece, esta intimidad es lo que le da mayor personalidad, es la que posibilita que este sea un alguien y no un símil… en palabras de Juan Cruz Cruz, ya que mientras mayor sea su intimidad, mayor será su originalidad su realidad, cuando él autor citado hablaba de la personalidad decía que el hombre en la medida en la que vaya resguardando su intimidad esta se irá enriqueciendo, ya que lo que hace que el hombre sea original es justamente su intimidad esta es una condición imprescindible de posibilidad para que este sea él y no una copia.

Horacio Solís en su libro “La persona, fiesta sin fin”, explica de una manera bastante asequible lo que la persona es y su forma de actuar. Por ejemplo la persona y su entorno, las vivencias que la envuelven, su quehacer; pero hasta allí no parece ser nada novedoso. Pero cuidado lo novedoso es que el da una perspectiva desde el mundo de los jóvenes. Y es que es muy cierto así como la personalidad se va formando, también en un determinado punto de nuestra existencia empieza su decadencia. Es por ello que el hombre debe aperturarse a lo nuevo, ya que el mundo va enriqueciéndose de novedades; además sabemos que lo único que no envejece en el hombre es su alma.

¿El alma?, puede surgir alguna duda ante la expresión.  ”Lo único que no envejece en el hombre es su alma”… pero ánimo que no es nada difícil. Citaré a Baruch Spinoza, este filosofo moderno, trato de dar una explicación a lo que es el alma y el cuerpo en contraposición a lo dicho por Descartes.

Descartes conocedor de lo dificil del tema, dijo que el alma y el cuepo estaban unidas y que entre ellos hay un dualismo, entonces serían como dos compoetes totalmente distintos de los cuales su comtraposición era notoria, basado en teorias antiguas, entre otras cosas.

En contraste Spinoza no unira ni separara el alma, para él no hay ni uniòn, ni separación, sino mas bien Identidad, y debido a ello estan como principios en el cuerpo, ademas de que son partes directas de la única esencia que vendría a ser Dios, cayendo en un panteísmo, en el cual supuestamente Dios sería el garante, obviamente  esto no es cierto y tanto Descartes como Spinoza erraron.

Ya que: “anima forma corporis”  el alma es la forma del cuerpo y no hay un dualismo, como tampoco un panteísmo. No somos pequeños trozos de Dios. Participamos de su esencia si pero solo ontológicamente, por el Ser. Además el alma es inmortal debido a su inmaterialidad y a su trascendencia, no se corroe, por lo tanto no envejece.

Una vez superado el tema del envejecimiento del alma y ya que se ha tocado el otro principio hablaremos del otro principio constitutivo, una de las partes más hermosas de la antropología el estudio del cuerpo y como éste condiciona a la personalidad y por ente afirma nuestro ser.

Tomas Melendo ha escrito muchos artículos acerca de cómo el cuerpo es una parte constitutiva de nuestra personalidad, remontémonos al término persona. La historia nos dice que proviene del griego πρωςoπoν, que significa mascara, da una cierta manera de comportamiento, en este caso un actuar de cara a algo (teatro), también sabemos que su raíz latina es personare, actualización de la persona como estado de derecho, eres un alguien; utilizado en la antigua Roma, pero como la conquista romana fue amplia llego hasta Jerusalén con el término   pânin que significa rostro, el Card. Ratzinger, señalo y denoto la importancia de ese término debido a que encierra la totalidad de la persona, y no solo el rostro, las manos, la postura (un saludo, una enfermedad, etc).

Ante esto agregará Melendo, que el cuerpo al ser entregado en el acto marital, se da en su plenitud, en la total entrega y correspondencia de amor. Es necesario explicitar que solo dentro del matrimonio constituido bien se da este fenómeno, por la gracia otorgada por Dios, ya que queridísimo lector, la entrega de nuestro cuerpo es totalmente especial y debido a su especialidad es que debe hacerse a ese alguien “totalmente especial”, y esa gracia de especialidad solo se da en el matrimonio.

Por que la persona es sexuada y manifiesta la integridad de su amor por ese medio. En palabras del metafísico: Nos encontramos en uno de los momentos-clave, y también más arduos, de nuestro ensayo: aquel en que nos toca considerar cómo y por qué la sexualidad expresa y da vida a la condición personal de todo ser humano.

 Aclaro de entrada, aun cuando me desvíe un tanto de nuestro tema, que el referirse a Dios entra de lleno en las posibilidades, e incluso en las «obligaciones», del filósofo como tal. Si la filosofía es un «saber de ultimidades», como en ocasiones se la ha descrito; si pretende descubrir, mediante el uso de la inteligencia, la respuesta más definitiva de cualquier realidad o suceso, al término tendrá que encontrarse con Dios... a no ser que su caminar haya errado el rumbo.

«Podemos y debemos hablar clara y directamente de Dios, en un ámbito de estricta teología natural, de metafísica del ser. Para esa metafísica -que es la de Santo Tomás de Aquino, pero no ciertamente la de la Escolástica decadente y del racionalismo subsiguiente-, Dios no es simplemente un Ser supremo, una especie de primum inter pares dentro de una serie causal. Para la metafísica del acto de ser, Dios es el mismo Ser Subsistente o Acto Puro de Ser; personal, infinito, absoluto, esencialmente bueno y verdadero y libre. Solo esta noción de Dios puede fundar una ética objetiva, universalmente válida siempre... El cristiano debe tener el valor inteligente (sin arrière-pensées) de hablar de Dios. Y el metafísico debe saber del ser lo suficiente para poder hablar también filosóficamente de Dios. El abstracto y desvaído "Dios de los filósofos" es el Dios del racionalismo: y de ninguna manera el Dios al que la inteligencia natural, bien conducida, puede llegar. Y es Dios el único porqué definitivo de toda norma ética»…    párrafo extraído totalmente del ensayo… La persona sexuada Tomas Melendo.

Creo que es de suma importancia darle el lugar a Dios que merece también en la configuración de la propia personalidad. Hasta ahora solo hemos visto la personalidad, la condición de posibilidad, y nos toca en este pequeño ensayo la Afirmación de nuestro ser.

Cuando Ricardo Yepes Stork, habla de la persona en su fundamentos de antropología habla de mucho temas importantes, antes de ello en el capitulo dos habla de la parte sensible del hombre, y hace hincapié en los sentimientos, los hábitos y dentro de los cuales aparecerán las virtudes y su opuesto los vicios.
Hablar de cada uno de ellos sería terminar nunca, y dedicarnos a un curso de antropología de modo que nos remitiremos a lo nuestro.

Que contribuye a la afirmación de nuestro ser. Creo yo que lo que nos orienta a ello es justamente nuestra vida toda, es por ello que actuamos y estamos metidos en circunstancias diversas, donde las papas queman donde lo fácil y teórico se convierte en lo meramente imposible, donde debemos elegir el bien o su contrario.

Las virtudes puestas desde un punto de vista mecanicista no son más que meras repeticiones de actos. Ahora por sentido común sabemos que eso es absurdo, ya que no tendría sentido nuestra libertad si al final estamos alienados a las cosas. Las virtudes son justamente lo opuesto son la confirmación de nuestra inclinación natural al bien.

 Pero porque se me da la gana, porque quiero hacerlo y porque me hace feliz, ya que me realiza como persona del mismo modo no altero el orden de las cosa y no es ética de la tercera persona lo que expreso, mas lejos de eso no puedo estar es más bien la ética de la primera persona en la cual uno va buscando su perfeccionamiento, orientándose a ese fin al cual estamos llamados.

Esa es la verdadera noción de virtud que se debe manejar y no es un descubrimiento al contrario es una realidad de opta y necesita de nuestra absoluta libertad y voluntad de actuar. Y el vicio viene a ser lo que atenta contra mi naturaleza, lo que hace que auto niegue mi ser, ya que no estoy orientado a eso. Podría surgir una duda y por qué tenemos vicios si estamos llamados a lo bueno, a la virtud.

La respuesta es sencilla, es debido a que nunca se manifiestan como males, sino como bienes aparentes los cuales engañan a los sentidos y como el común de los mortales somos muy “sensibles” fácilmente caemos.
Hasta el momento en apariencia he dado identidad al término hábito y virtud, pero en realidad si están bien orientados son lo mismo.

Entreguémonos de verdad sin reservas. El que ama comparte, no olvidemos como decía Vigotsky, que “no somos una isla en la maravillosa creación del ser sino mas bien somos un archipiélago (conjunto de pequeñas islas) que compartimos el majestuoso mar que nos conecta”.

Y aprendamos a conocernos “nihil volitum sine precognitum”, pero para conocer también es importante desear “sed nihil cognitum nisi prevolitum”. Es la gran paradoja del amor.

Y si te atrevieras a preguntar el cómo se ama, la respuesta sería muy curiosa… del mismo modo en el que tu aprendes a pintar: pintando, a caminar: caminando, se aprende a amar amando.         

Ánimo que tenemos la condición de posibilidad para afirmar nuestro ser, o al menos una de las tantas y es el afianzar nuestra personalidad. Hagamos un mundo primero más humano y luego mas Cristiano para que de ese modo mejoremos todos, pero antes de buscar el mejoramiento del colectivo hay que buscar el del individual. 

Nosotros como personas, amemos, pero de verdad, el amor demanda renuncia a nuestros gustos, a nuestra privacidad, alto allí. Al decir renuncia a nuestra privacidad la conjugo con el término amor, por lo tanto entre un tú y un yo, no en el colectivo.        

La vida es preciosa y nos regala un nuevo día y una posibilidad para ser lo que somos maravillosas criaturas de un mayor excelso creador.